El Marxismo es sin embargo la mayor manifestación de la dialéctica de la modernidad, en un sentido sociológico así como teórico. Como fuerza social, el Marxismo fue un descendiente legítimo del capitalismo moderno y la cultura de la Ilustración. Para bien o para mal, correcta o erróneamente, los partidos, movimientos y corrientes intelectuales Marxistas llegaron a ser, por casi cien años desde el siglo diecinueve tardío al veinte tardío, la forma más importante de abrazar la naturaleza contradictoria de la modernidad. Afirmó simultáneamente los rasgos positivos, progresistas del capitalismo, la industrialización, urbanización, alfabetización masiva, el mirar hacia el futuro en lugar del pasado y el mantener el ojo puesto en la tierra del presente, y, de otro lado, denunciar la explotación, la alienación humana, la mercantilización y la instrumentalización de lo social, la falsa ideología, y el imperialismo inherentes al proceso modernizador.
El Liberalismo y racionalismo de la Ilustración, incluyendo, más recientemente, la social democracia post-Marxista y el conservadurismo post-tradicional, han representado la afirmación de la modernidad, y no han levantado objeciones a la ciencia, la acumulación, el crecimiento y el desarrollo. El conservadurismo tradicional, religioso o secular, se volvió contra la negatividad de la modernidad. La tradición intelectual nietzschiana, desde Nietzsche mismo hasta Michel Foucault, ha sido francotiradora contra la modernidad, la democracia Cristiana o – en mucho menor medida- Islámica, el fascismo y populismo Tercermundista. Los Marxistas estuvieron, en su conjunto, solos en alabar a la modernidad -y su quebrar la caparazón de la‘idiotez rural’ y airear los humos del ‘opio del pueblo’- y al mismo tiempo atacarla. El Marxismo defendió la modernidad con la vista puesta en otra, más completamente desarrollada, modernidad.
El Marxismo fue la teoría de esta dialéctica de la modernidad, al mismo tiempo que su práctica. Su teoría se centró en el ascenso del capitalismo, como etapa progresiva del desarrollo histórico, y en sus ‘contradicciones’, en su explotación de clases, sus tendencias a la crisis, y su generación de conflicto de clases. Luego que sus lineamientos principales habían sido dibujados a trazos audaces, en El Manifiesto Comunista, el método dialéctico también prestó atención a las dimensiones de género y nacional de la emancipación moderna. “El primer antagonismo de clases”, escribió Friedrich Engels en su libro El Origen de la Familia, Propiedad privada y el Estado, es aquella entre el hombre y la mujer “la primera sujeción de clases” aquella de la mujer al hombre. Uno de los libros más ampliamente difundidos del movimiento obrero Marxista temprano fue La Mujer Y el Socialismo (1883), de Augusto Bebel.
http://marxismocritico.com/2012/12/26/acerca-de-la-teoria-critica-y-el-legado-del-marxismo-del-siglo-xx/