EL FIN DEL MUNDO
Vivíamos todos en una completa felicidad; esta felicidad se complementaba de una forma que unos tenían buenos salarios, buenas prestaciones, dominaban la entrada y salida de dinero, eran dueños de grandes fortunas; en una palabra tenían el mundo a sus pies y la parte restante que le daba forma a este conjunto, de los cuales era la mayoría, acudía diariamente al templo, ahí se le llenaba su alma y espíritu de ese néctar espiritual de dicha y felicidad, la escuela se consideraba como un pilar importante de ese estado de ánimo, obedecerás a todo lo que se te diga, creerás ciegamente lo que las instituciones han creado, defenderás con tu propia vida las propias instituciones. Lo más importante era sentirse feliz; pero mientras los primeros de este total gozaban y vivían plenamente, a la otra parte solo se le daba un pedacito de felicidad, solo se le llenaba el cerebro y se le aseguraba que el día de su muerte, ahí iba a encontrar la completa felicidad y que esa era eterna.
Llego la falta de alimento para la mayoría de la población, el dinero dejo de tener valor, todas las cosas estaban por las nubes y si no hubiera sido por las organizaciones de beneficencia se hubiese acabado todo; así es que los grandes cerebros de esta humanidad se reunieron para encontrar una solución y lo más inteligente que se encontró fue: se regalaran galletas nutritivas para todos aquellos que no tengan que comer y para que no olviden su verdadera felicidad, se le añadirán a las galletas algunos productos que no contengan mucha proteína; una idea audaz seria que cada galleta llevara una buena dosis de polvo blanco, sacado este de una planta milagrosa que se produce en la parte andina de nuestra América
Se demostró que todos podían vivir felices, pero una nueva calamidad llegó y fue que los medios de comunicación empezaron a decir que el mundo se iba a acabar; fue tanta la propaganda que el pueblo se lo creyó, si ya las televisoras les habían dicho anteriormente que votaran por X o por y, que se comprara este producto o aquel, todo dependía de lo que se gastara en propaganda; en el mercado las cosas valían por la cantidad de la propaganda y no por el uso y calidad de tal producto.
La televisión y los periódicos nos llegaron a demostrar que si un día votábamos por un partido político y otro por uno diferente; de que un día era bueno votar por un político de derecha y al siguiente por uno de izquierda o al siguiente por alguien que reuniera la calidad de buena presentación; ha pero que quedara claro; la izquierda no tenía esa que se ha ganado fama defendiendo campesinos, huelgas de obreros, indios, etc. Tenía que ser una disidencia que ellos mismos hubiesen creado y promovido.
Y llego el fin del mundo y la gente dijo, que como se iban a morir, pues que empezarían por no darle valor al dinero y nadie compró nada, las tiendas se encontraron vacías. Los supermercados al ver que no había ventas despidieron a todos los trabajadores, las gasolineras se quedaron sin vender un solo litro de combustible, los camiones pasaron a ser chatarra, porque nadie se subía ya en ellos, los obreros no fueron a trabajar a las fábricas, para que trabajar si el dinero no tenía valor. Los políticos dejaron sus puestos, los diputados, senadores, gobernadores dejaron su s oficinas; las oficinas quedaron en el completo abandono, los papeles que un día fueron importantes, volaban en los patios, alguna gente los utilizaba para limpiarse sus impurezas, documentos y billetes encontraron un nuevo uso. Se llegó a ver a personajes importantes de la aristocracia salir a la calle y quemar altero de papeles, donde venían árboles genealógicos, documentos que avalaban la pureza de sangre de toda una familia. El padrecito en la iglesia dejo de dar misas, ya no tenía caso seguir, si los feligreses al no reconocerle valor a la moneda; pues obvio, no había limosnitas; por lo tanto, que caso tenia ofrecer misas, bautismos, casorios, etc. Además que alguien encontró fuer a de la iglesia un papel que aseguraba que las misas eran un encuentro directo con Dios y que por lo tanto no tenían otro valor en fiestas, difuntos, entierros, etc.
Los policías y militares se quitaron sus uniformes, dejaron de ir a sus cuarteles, sin dinero ya no había a quien encarcelar, ni golpear, porque también por matar se utilizaba el dinero, la gente en las plazas públicas podía andar a la hora que quisiera, no se tenía miedo, porque hasta los rateros dejaron el oficio, que caso tenia robar, si el dinero no tenía ningún valor.
Los intelectuales de izquierda y de derecha tiraron sus libros, se vio a más de un intelectual repartir libros en los suburbios urbanos, que caso tenía luchar por la revolución, si ya había caído el socialismo en Rusia, Polonia, Checoslovaquia, etc. Las teorías de Marx, Engels, Stalin, Mao, habían dejado de tener validez, porque ellos profetizaban un nuevo mundo, pero no habían encontrado como hacerlo, porque sus sistemas seguían dependiendo del Valor, Dinero, Ganancia, trabajo, Plusvalía, etc. Y como bien sabemos, el dinero había dejado de tener valor, que caso tenía seguir luchando por algo donde el intelectual había dejado de tener valor también.
El mundo se va acabar, el mundo se va acabar, gritaban las televisoras, escribían los periódicos a ocho columnas y el pueblo como siempre les había creído se los creyó nuevamente.
Los obreros, los artesanos, las amas de casa, los estudiantes, los albañiles los campesinos recogieron aquellos libros que habían dejado los intelectuales y empezaron a leerlos, ahora empezamos a ver que los campesinos eran intelectuales, que los albañiles habían logrado que se les permitiera leer un libro cuando menos una vez por semana, las amas de casa hablaban de Keynes, de Engels, entre otros asuntos.
Las tertulias se empezaron a dar entre campesinos, albañiles, obreros, estudiantes y como no había ya gobierno ni diputados, presidentes municipales, policías, etc. Se plantearon:
¿Y AHORA QUE HAY QUE HACER?
Un obrero dijo : yo estoy bueno para presidente municipal, otro opino que él podía ser gobernador, un indígena se sintió diputado, una ama de casa se propuso para presidenta municipal, el albañil de la esquina se sintió que era el jefe de la policía y un estudiante de preparatoria dijo que él podía ser el dirigente del partido de oposición.
Así se siguieron las pláticas y casi lo logran, pero un artesano que había leído muchos libros dijo que el Poder valía madres, que no se volverían a cometer los mismos errores de antes cuando estaban vivos, que ahora que se había acabado el mundo no habría partidos políticos, ni religiones, que todos eran libres y que la ciencia ya no iba a estar en manos de los intelectuales y tecnócratas.
El edificio del palacio de gobierno, la catedral, la oficina de los diputados pasarían a ser escuelas y que a partir de la eliminación del dinero; hasta las clases sociales estaban desapareciendo, se empezaron a llevar reuniones en cada vecindad, en cada colonia, escuela, centro de trabajo y como no se pagaba por ocupar un puesto político, pues se elegían a ocupar cargos por capacidad y no por favoritismo. En esta nueva vida se acabaron los favoritismos, los favores personales, los jóvenes se podían casar con la mujer que quisieran, las mujeres escogían a sus novios, a sus esposos; para ser alguien ya no dependía de cargos aristocráticos, que porque es hijo de fulanito, que vive en tal colonia, que tiene mucho poder, etc.
Ahora todos eran iguales.
Los estudiantes dejaron de hacer manifestaciones, como ya nadie los golpeaba; los ambulantes, los maestros; ya nadie se manifestaba, porque no había a quien mentarle la madre, no había nada que reclamar.
Las alamedas, las plazas en un principio se quedaron vacías, pero empezaron a llegar poco a poco gentes; primero llegaron los hombres de la tercera edad, luego los jóvenes y así, gran parte del pueblo pasaba todas las tardes en los lugares públicos estudiando, diciendo poesías, cantando, etc.
La efervescencia llego hasta tal grado, que la persona ya no contaba por su edad, ahora no importaba la edad para ocupar un puesto, el color no era impedimento para figurar en esta nueva sociedad.
Los indios de Chiapas, de Oaxaca, de Chihuahua, de Michoacán recuperaron su orgullo, se vistieron y hablaron su propio idioma, las oficinas en los pueblos alejados eran atendidas por los propios naturales, ya no tenían que ir a las grandes ciudades a arreglar sus asuntos milenarios, ahora ellos mismos en sus comunidades tenían la decisión de arreglar sus propias cuentas.
Ahora que se acabó el mundo el pueblo entendió que no se necesitan instituciones de Gobierno, Religión, trabajo, etc. En las universidades nadie quiere ser Rector, Director, en las fábricas no hay quien quiera un puesto de patrón. En la iglesia no encuentran sacerdotes. Ahora todo se guía de acuerdo a su capacidad y a su necesidad.
Ahora que se acabó el mundo no todo podrá ser igual, pero si nos hacemos a la idea de que el verdadero cambio, de que la verdadera felicidad está en nuestras manos lo podemos lograr.
Zacatecas, Zac. día uno, del año uno, de nuestra era.
Ing. Mateo García Bazán.