Agua venenosa para el consumo público urbano en Zacatecas
DARCY VÍCTOR TETREAULT*/23-02-2015
La Jornada Zacatecas
Según las declaraciones recientes de Carlos Chacón Quintana, el nuevo titular de la Junta Intermunicipal de Agua Potable y Alcantarillado de Zacatecas (Jiapaz), el sistema de abastecimiento de agua para la población de la Zona Metropolitana de Guadalupe y Zacatecas (ZMGZ) ha topado con el límite de su capacidad técnica. Por tanto, el Lic. Chacón inicia su administración con una búsqueda de nuevas fuentes de agua para satisfacer la sed de una población urbana en expansión, destacando dos posibilidades: la construcción de un nuevo sistema de pozos en el acuífero Chupaderos, hacia el noreste de la mancha urbana, o la incorporación de pozos agrícolas alrededor de la planta tratadora de aguas residuales Osiris, en el este del municipio de Guadalupe. Si bien estas opciones tienen la ventaja de explotar fuentes subterráneas relativamente cerca de los nuevos fraccionamientos promovidos por las empresas constructores de viviendas en la ZMZG, es preocupante que no se toman en cuenta los altos niveles de contaminación del agua subterránea en las mismas zonas.
En una serie de estudios realizados por Conagua, entre 1994 y 1996, se detectaron concentraciones de metales pesados por encima de la Norma Oficial Mexicana en los acuíferos Benito Juárez, Guadalupe-Bañuelos y Chupaderos. Se trata de fierro, plomo, cadmio, mercurio, níquel y sobre todo arsénico, cuyos niveles rebasan la norma por un factor de 20. Es bien conocido que muchos de los metales pesados son cancerígenos. El consumo habitual del agua contaminada con arsénico puede causar cáncer de la piel, efectos neurológicos, hipertensión, diabetes y enfermedades cardiovasculares, respiratorias y vasculares periféricas. Además, se han detectado en los mismos acuíferos concentraciones de flúor por encima de la norma. La ingestión crónica de flúor puede causar fluorosis dental y esqueletal, afecta los riñones, aumenta el riesgo de desarrollar enfermedades de prevalencia carcinogénica y puede perjudicar el desarrollo mental de los niños.
A pesar de la grave amenaza que esta situación representa para la salud de los pobladores de la ZMZG, las autoridades no han llevado a cabo estudios más recientes sobre la calidad del agua en dichos acuíferos, según reporta Conagua en respuesta a una solicitud de información al respecto por vía de Infomex. Esto es preocupante, no sólo por los planes enunciados por el nuevo titular de Jiapaz, sino también porque casi 70% del agua que se consume actualmente en la ZMZG proviene de Benito Juárez y Guadalupe-Bañuelos, sin tratamiento de potabilización más allá de agregar cloro.
El 30% restante viene del acuífero Calera, que se extiende hacia el noroeste de la ciudad. El agua de Calera tiene concentraciones de metales pesados dentro de la norma para el agua potable (NOM-127-SSA1-1994) y es menos “dura”, de tal manera que no produce incrustaciones en los conductos que distribuyen el agua en la ZMZG, como hacen las aguas extraídas de los otros acuíferos mencionados.
A pesar de una veda decretada en 1960, el volumen de las concesiones otorgadas por Conagua para extraer agua de Calera ha crecido constantemente hasta la fecha, alcanzando 161 millones de metros cúbicos anuales (Mm3/año) en 2012, casi dos veces la recarga natural, lo que se traduce en una tasa de sobreexplotación de 77 Mm3/año. Esta cifra, sin embargo, puede estar lejos de la realidad, puesto que la gran mayoría de los usuarios no cuenta con medidor, a pesar de ser obligatorio por la ley. Ni hablar de los pozos clandestinos.
Sólo 14.1% de las aguas relativamente limpias de Calera se concesiona para el consumo público urbano; el resto se destina al sector agrícola (77.3%) y al sector industrial (8.1%). Al cruzar el padrón de Procampo con el de los usuarios de Calera, se observa que el tamaño promedio de unidad agrícola con concesión es de 24 hectáreas. En una entidad federativa donde más de 75% de los productores agrícolas tiene menos de 10 hectáreas y sólo 3.2% tiene más de 30 hectáreas, se puede afirmar que son principalmente los grandes y medianos productores agropecuarios que reciben el “oro azul” de Calera sin costo y sin restricciones. Además, sus sistemas de riego exhiben “bajos niveles de tecnificación”, lo que se traduce en grandes desperdicios.
Los usuarios industriales sí tienen que pagar por el agua. De esta manera los apologistas neoliberales justifican la instalación en 1997 de la gigantesca fábrica de cerveza de Grupo Modelo a sólo 30 kms de la capital del estado. Aprovechando la creación de mercados de agua a partir de la promulgación de la Ley de Aguas Nacionales (LAN) en 1992, dicho consorcio comprólos derechos de usufructo de los agricultores locales. Dos décadas más tarde, Grupo México se vendió a Anheuser-Busch Inbev, la mayor fabricante de cerveza en el mundo. Hoy en día, tiene concesiones que le permiten extraer 11.6 Mm3/año del acuífero Calera, o sea 1.5 veces más que la cantidad de agua extraída del mismo acuífero para abastecer la ZMZG. ¿Cuánto paga la empresa por este recurso? Según Conagua, ésta es “información reservada”. En todo caso, la distribución del agua relativamente limpia en Zacatecas viola el Artículo 14 de la LAN que establece que “El uso doméstico y el uso público urbano tendrán preferencia en relación con cualesquier otro uso”.
Con todo, Zacatecas está frente a un conflicto social latente y una crisis ecológica de enormes proporciones que no se puede resolver con la perforación de nuevos pozos para aumentar la oferta de agua. Todos los acuíferos alrededor de la ZMZG están sobreexplotados. El agua limpia se acapara por empresas transnacionales y por los grandes y medianos agricultores de la región, quienes la emplean como un insumo económico en el proceso de producción privada; mientras que las aguas venenosas y “duras” de los acuíferos Benito Juárez y Guadalupe-Bañuelos se destinan al sector público urbano, y también al riego de las tierras agrícolas en el municipio de Guadalupe, de las cuales casi tres cuartas partes son ejidales.
Ahora el nuevo titular de Jiapaz enuncia planes para extraer aún más agua contaminada de Guadalupe-Bañuelos, desde pozos ubicados cerca de una planta tratadora de aguas residuales que no ha funcionado a su capacidad debido a problemas técnicos, o bien del acuífero Chupaderos, donde había pozos para el consumo público urbano hasta 1996, cuando fueron suspendidos debido a la mala calidad del agua.
¿Cuáles son las alternativas? El “camino suave para el agua” apunta hacia mayores niveles de participación de la sociedad civil en la vigilancia de los organismos públicos y en la búsqueda de soluciones integrales y multifacéticas. Se pone énfasis en la conservación, eficiencia y el reúso del agua; en la captación de aguas pluviales y la reclamación de aguas tratadas, según las posibilidades hidrológicas, técnicas y culturales de la región. Más allá de estas cuestiones técnicas, la incorporación de una racionalidad ecológica y social en el manejo del agua y de otros bienes comunes requiere romper con el modelo neoliberal; requiere la confluencia de movimientos sociales comprometidos a reconfigurar las políticas públicas alrededor de los principios de igualdad, solidaridad, sustentabilidad fuerte, diversidad biocultural, agroecología, soberanía alimentaria y autonomía local; y requiere una revalorización del agua como el líquido vital de la vida (valor de uso), en lugar de tratarla como si fuera una mercancía (valor crematístico). ■
*Docente investigador de la Universidad Autónoma de Zacatecas. Unidad Académica en Estudios del Desarrollo
darcytetreault@yahoo.com
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