jueves, 9 de abril de 2020

Miscelánea.

Miscelánea.

Francisco Javier Contreras Díaz.


Lo sentenció el prolífico ensayista y traductor nativo de renombre intergaláctico Agapito Truman, cuando plasmo en su inmemorable obra teatral Me prestas tu chicle (2020) un profundo monólogo como preludio del segundo acto en voz del personaje Aristófanes Marshall, quien dijo levantando su mirada al infinito, “La lógica del arresto domiciliario al que hemos accedido por motivo de frenar el avance de las teorías de cupido, se justifica para entrenar una participación más profunda en el amor con aislamiento. Cuando hayamos convertido nuestros aposentos en campos de concentración donde podamos poner en práctica la solución final y mutar las habitaciones por cárceles, sin carcelero, porque esa función la hacemos nosotros mismos. Hoy estamos confrontando el bien y mal en nuestras cocinas; hoy estamos en una nueva versión de la guerra fría entre esposos, padres e hijos. Hoy ya no se busca gel antibacterial, ni antibióticos, ni cloro, ni compañía, menos acercamiento social. Hoy buscamos dónde se nos extravió nuestra parte de mundo libre. Hoy tenemos tiempo de sobra como para construir la primera bomba atómica de Macondistán. Hoy en nuestro confinamiento hemos encontrado la libertad.” En esta parte del monólogo la luz se desvanece dando paso a una festividad inundada de música norteña, mientras unos bailarines danzan una mixtura de quebradita con pasos básicos de lambada y va descendiendo el telón entre la histeria colectiva de los dos únicos asistentes.
Esta parte de la obra de Marshall, evoca una actualidad empapada de teatralidad sin ficción. Una obra que muestra la sensibilidad de nuestros gobernantes, todos sin excepción que desnudan su alma y exhiben su preocupación sincera y sin regateos por frenar y salvar del caos todos los rincones del planeta. Esta experiencia teatral nos muestra la pedagogía de que el ejercicio del poder y del mandato popular no sólo es intervenir calles que no lo requieren, encerrarse en casa y desde la insatisfacción dictar lecciones de gobernabilidad. Esta fase de calma donde los macondistianos meditan sobre la bendición por tener un gobierno progre acuerpados en torno al pensamiento que sobrepone la libertad política, económica, intelectual y religiosa a cualquier forma de coacción. Ese preclaro pensamiento se inscribe en el catecismo de los herederos de La Sociedad de los Demócratas Vivos.
Ahora macondistán ha retomado su paso, que nunca ha perdido, y se encuentra con una economía boyante, el empleo despunta hasta alcanzar niveles de riesgo como para contraer lo que en siquiatría se conoce como la normalidad de la
hiperocupación. La migración es la expresión nostálgica por ventilar un gen recesivo que induce a fotografiar mentalmente las deformidades del paisaje. El sector maquilador, venero laboral, continúa arribando y es una maravilla atestiguar la modificación del paisaje, cuando se transita del páramo hacia el vergel del empleo con sus magníficas y relucientes naves donde se incuba la justeza del salario directo e indirecto. Hoy, hasta los vendedores ambulantes se interesan por lo estrictamente presencial y la economía subterránea sobrevive como un remanente del turismo antropológico pues nada tan pintoresco como tomarse una selfie con un vendedor de dulces plásticos o al lado de un burro de fibra de vidrio remembranza de los asnos aguamieleros. Mucho hemos avanzado y seguiremos por idéntica vía pues el progreso de Macondistán es nuestra misión de vida de nuestras autoridades.

La última y nos vamos. Una jugada de singular maestría: incrementaron las tarifas al consumo de agua y nos regresan un servicio de primer mundo. No podía ser d

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