jueves, 18 de marzo de 2021

8M: El feminismo es el principal movimiento opositor en México


March 7, 2021 at 9:36 p.m. CST 

Laura Castellanos es periodista feminista que escribe de subversiones, autora del libro ‘Crónica de un país embozado 1994-2018’.



En 2020 participé en las dos protestas de mujeres más multitudinarias y cimbreantes de la historia mexicana: la manifestación del 8 de marzo (8M) en la capital, que sumó más de 200,000 participantes según las convocantes, y el paro económico nacional “Un día sin nosotras” que se realizó un día después, que provocó pérdidas estimadas en 37,000 millones de pesos (1,850 millones de dólares) según la Asociación Mexicana de Dirección de Recursos Humanos.

Como parte de las protestas globales, en México marchamos con rabia para exigir el fin de la más grave crisis de violencia de género en el país, que el COVID-19 solo ha ahondado. El saldo oficial hoy registra más de 20,000 mujeres desaparecidas y 10 asesinadas en promedio cada día.

El confinamiento sofocó el ímpetu de las protestas públicas del feminismo, pero la legitimidad de sus causas y su combatividad e ingenio para defenderlas han irrumpido en la agenda política y de los medios de comunicación, al tiempo que ha expandido y diversificado su base social. Su fuerza lo ha convertido en el movimiento opositor más potente contra el orden patriarcal en México.

Asombran sus logros conseguidos en un año. Puso en vilo la candidatura de Félix Salgado Macedonio a la gubernatura de Guerrero, con dos denuncias por violación y tres acusaciones de abuso y acoso sexual; obtuvo la despenalización del aborto en Oaxaca, antes solo vigente en la capital; y legisladoras de todos los partidos han impulsado la inclusión de la paridad de género en 86 leyes, entre ellas la que rige las candidaturas electorales, que deberá cumplirse en los comicios de junio este año.

Salgado Macedonio fue postulado por Morena, el partido del presidente Andrés Manuel López Obrador, quien lo ha respaldado y redujo su caso a un golpeteo de sus adversarios. El presidente personifica al patriarcado mexicano: desoye a las mujeres; recorta el presupuesto de programas públicos; desdeña las causas de las feministas ­­como la despenalización del aborto; dice que somos manipuladas por los conservadores, y para este 8M mandó blindar Palacio Nacional con una enorme valla metálica, algo nunca antes visto. Sin duda, él es el atizador más porfiado de la rabia en los feminismos que existen en el país.

Es un movimiento amplio de activistas de distintas generaciones, clases sociales, identidades raciales y de género, militancias políticas y formas de pensamiento y acción, en el que también están quienes no se asumen feministas pero comparten sus causas prioritarias: erradicar la violencia y la opresión de género, y la despenalización del aborto.

Si bien tal constelación de feminismos comparte una ideología antipatriarcal, no conforma un movimiento social tradicional con jerarquía, líderes encumbrados en riesgo de ser cooptados o perseguidos, agenda de trabajo unificada y un territorio de acción focalizado. Es un movimiento diverso, horizontal, transgresor y autogestivo. Particularmente la cuarta ola feminista. Y eso, precisamente, es lo que desquicia al orden patriarcal.

La cuarta ola es la expresión más frondosa, beligerante y provocadora del movimiento feminista. La conforman decenas de colectivos, autodenominados “colectivas”, que se han multiplicado en los últimos dos años. Les dan vida jóvenes que rondan los 20 y 30 años, el rango de edad más expuesto a la violencia de género.

La omnipresencia del feminismo y la multiplicidad de sus acciones subversivas funcionan como una guerra de guerrillas. En ella, fuerzas irregulares, que pueden ser una sola persona o células, enfrentan a un enemigo de mayor volumen. Lo atacan al unísono o por separado, en un solo punto o de forma dispersa, para desquiciarlo y resquebrajar su superioridad. Estas acciones contra la violencia de género suelen ser expresión de la rabia y la desesperación ante la impunidad.

Durante el confinamiento sanitario, por ejemplo, decenas de mujeres rurales de San Pedro Tlanixco, Estado de México, bloquearon una autopista en protesta por la desaparición y asesinato de una adolescente; madres de víctimas se apropiaron de oficinas de la Comisión Nacional de Derechos Humanos para exigir la resolución de sus casos; jóvenes embozadas tomaron el plantel vacío de la escuela Vocacional 4 en la capital para exigir la atención sobre sus denuncias de acoso.

La cuarta ola ganó atención por embozarse de negro y realizar acciones subversivas como el cierre de calles, performances, pintas, cristalazos y destrozos, que después incluyeron tomas de planteles escolares para denunciar a acosadores y la apropiación pacífica de las sedes de los congresos legislativos de Puebla y Quintana Roo para exigir la despenalización del aborto.

Con ello colocaron, inesperadamente, la demanda histórica del feminismo por el derecho al aborto en las agendas legislativas de dos estados. El 2 de marzo el congreso de Quintana Roo la rechazó por 13 votos contra siete, lo cual fue posible porque seis legisladores de Morena votaron en contra o se ausentaron. En Puebla aún no se discute, pero el 25 de febrero fue aprobada otra de las exigencias de las feministas que tomaron el congreso estatal: la Ley Agnes, que reconoce la identidad de género autoapercibida de las personas.

Otras mujeres han elegido las redes sociales como campo de batalla y algunas han salido triunfantes. Ahí el movimiento #MeToo desató encauzamientos penales contra agresores sexuales como el escritor Andrés Roemer. Y saltó a la plataforma de YouTube cuando la youtuber Nath Campos, desde su canal, hizo pública su denuncia de violación sexual contra el youtuber conocido como Rix, lo que derivó en su arresto y vinculación a proceso.

Pero las victorias son la minoría, porque el pacto patriarcal entre hombres les garantiza un ejercicio de poder supremacista e impune, sea social o desde el aparato de Estado. Así ignora o descalifica las denuncias, intimida o persigue o estigmatiza a las denunciantes, retuerce la procuración de justicia, o violenta sus protestas, como Amnistía Internacional advirtió que sucedió en los estados de Sinaloa, Estado de México, Guanajuato, Chihuahua, Ciudad de México y Quintana Roo.

Entre un cúmulo de batallas ganadas y perdidas, el feminismo se ha consolidado como el principal movimiento contestatario en México no solo por su accionar coyuntural, también por su análisis histórico sobre la opresión de género y por formular propuestas para eliminarla desde lo institucional, comunitario y personal.

El que en su interior exista un proceso de redefinición de posturas y conceptos habla de su viveza. Pero la amplitud de colectivas sin una agenda común regional o nacional, difumina su fuerza. Y como cualquier otro movimiento, también tiene contradicciones y pugnas internas, a veces virulentas, que lo desgastan. Su reto es abrir la reflexión y articulación común entre generaciones o posicionamientos distintos. Y espacios de diálogo entre vertientes enfrentadas, como la trans incluyente y excluyente. No olvidemos que el enemigo es el orden patriarcal.

Este 8M no se replicará la marcha asombrosa de 2020, en parte por el confinamiento sanitario, pero también porque ha sido un año de desgaste y desánimo por el incremento de la violencia de género. Algunas saldrán a las calles con belicosidad, otras más se expresarán en las redes sociales o en sus entornos cotidianos. Pero el 8M es en 2021 más que una parada conmemorativa en la lucha contra la violencia patriarcal en México. Hoy nutre nuestra combatividad y esperanza al constatar que no estamos solas. Que de nuevo somos parte de una protesta global de la revolución social del siglo XXI.


Fuente electrónica : https://www.washingtonpost.com/es/post-opinion/2021/03/07/8m-2021-protestas-feminismo-movimiento-opositor-mexico/?fbclid=IwAR2yVP1UbIdlKOOyNsYZ-MnQHM9qzZ3

Testimonios de trabajadores de la maquila ante el COVID-19

 Testimonios de trabajadores de la maquila ante el COVID-19

Para Enrique González Rojo, amigo, compañero de luchas, admirable poeta y pensador marxista

por Saúl Escobar Toledo

Una pequeña compilación de testimonios, realizada por Blanca Velázquez Díaz y publicada por la Fundación Ebert (disponible en: http://library.fes.de/pdf-files/bueros/mexiko/17328.pdf) da cuenta de la dura realidad por la que han atravesado a lo largo de estos últimos doce meses, las obreras de la maquila en el estado de Morelos. Sus palabras reflejan, seguramente, las vivencias de millones de trabajadores en distintas partes del país.

En la publicación se advierte que las entrevistas se llevaron a cabo por teléfono a mediados de 2020; sus edades oscilan de 20 a 40 años; su nivel de escolaridad es primaria y secundaria; provienen del campo o de pequeñas comunidades urbanas donde hay muy pocas oportunidades de trabajo, por lo que se trasladan a las ciudades más grandes del Estado de Morelos, ahí donde las plantas maquiladoras se establecen para producir para las grandes marcas pertenecientes a consorcios internacionales.

Sus condiciones laborales ya eran muy desfavorables: en el sector textil y concretamente en la rama de la confección, del vestido y del calzado, las personas trabajadoras laboran jornadas que rebasan las ocho horas diarias, tiempo en el que están sentadas permanentemente en sillas no diseñadas ergonómicamente, soportando temperaturas muy altas en lugares cerrados y con poca ventilación.

La propagación del COVID-19 agravó las cosas.  Principalmente, los patrones de las maquilas en Morelos no respetaron las recomendaciones oficiales y optaron por el despido de sus empleadas o recortaron la mitad de los salarios que percibían semanalmente. 

Por ejemplo, una trabajadora identificada como Lili dice que “La empresa me está pagando 280 pesos a la semana…” mientras que otra, Anita, señala que “Ahora estoy trabajando en una casa haciendo limpieza porque la verdad no me alcanza los $400 pesos que me está dando la fábrica”. Otras entrevistadas señalaron que han recibido la mitad de su salario.

Vicky: “Al estar recibiendo solo la mitad del salario la situación es mala, qué va a ser de mi cobrando solo $400 pesos a la semana, está cañón, y la empresa nos tiene en espera, quién sabe cuándo volvamos a trabajar de manera normal…”

Algunas más, un poco más afortunadas afirmaron que “Desde el día 3 de abril nos mandaron a descansar con salario base, que la verdad es muy poco, 833 pesos semanales…”

También se dieron casos en que las trabajadoras decidieron dejar de laborar para no contagiarse, y fueron despedidas:

Brenda: “…la empresa me eligió para seguir laborando los días de contingencia, pero vi que varias compañeras se fueron enfermas a sus casas con síntomas de COVID-19 y fue por eso que yo decidí no exponerme a el Coronavirus, entonces mi supervisor se enojó muchísimo conmigo por tomar esa decisión, pero yo estaba segura de que era lo correcto lo que había decidido, quedarme en casa y protegerme.  Ahora estoy despedida, ya no fui llamada.”

Casi todas confesaron pasar por una situación emocional muy tensa:

Justina: “Pues fíjate que personalmente en el ámbito mental quiero tomar las cosas con calma, pero es un poco imposible cuando miro la televisión o las redes sociales, ya que están inundadas de lo que está sucediendo de la pandemia y de malas noticias, ya que han sido muy amarillistas al momento de informar yo creo que es por eso, por lo que a veces no puedo conciliar mi sueño…”

Finalmente, las trabajadoras fueron cuestionadas acerca de las ayudas gubernamentales. Todas respondieron que no recibieron ningún apoyo de los gobiernos federal, estatal o municipal:

María “No, al menos a mi nada, solo recuerdo que una vez el ayudante junto con el alcalde del municipio (Emiliano Zapata) estuvo repartiendo despensas, pero tenían un costo…”

Vicky “¡Újule! nada, ni un vaso de agua…”

Anita: “La verdad nada, por lo menos aquí en mi colonia no ha llegado ni una despensa. “

La autora de la compilación concluye que, de acuerdo con los testimonios recogidos,

“Las mayores afectaciones (observadas) son los despidos injustificados… consumados en estos meses de emergencia sanitaria.  La mayor preocupación de las y los trabajadores es cómo generar ingresos… ya que la situación actual del empleo se vislumbra cada vez más difícil. Su salud mental y emocional está en una tensión constante…, especialmente por los bajos recursos económicos para sacar adelante a sus familias; a ello se suma el temor que sienten por el posible contagio de COVID-19 al salir a las calles a buscar ingresos… Se suma a esta situación la doble y triple jornada laboral.  La escuela en casa de sus hijos e hijas menores de edad les está generando muchas más horas de trabajo.  El cuidado, especialmente de los hijos, sigue recayendo principalmente en las mujeres, solo por el hecho de serlo, con múltiples responsabilidades a cuestas y con poca o ninguna ayuda de sus parejas, situación que ha derivado en estrés, preocupación, ansiedad, e inseguridad, por mencionar algunas consecuencias”

Otro dato importante se refiere al comportamiento de los sindicatos. De acuerdo con los testimonios recogidos, Blanca Velázquez asegura que en tiempos normales los sindicatos del ramo no defienden a “sus bases”; tampoco lo han hecho en tiempos de pandemia ya que acataron sin reparo las decisiones de las empresas y dejaron a las trabajadoras abandonadas a su suerte.

Finalmente, el texto llama la atención acerca de la ausencia casi total del Estado mexicano ante esta situación, particularmente del gobierno federal. Con razón, concluye la autora de esta recopilación, que:

“Los programas sociales que el gobierno federal ha promovido para sectores particulares, sobre todo vulnerables, se deben ampliar para los trabajadores y trabajadoras despedidas o cuando los patrones no cumplieron con el pago íntegro de los salarios.  Consideramos que la creación extraordinaria de programas para las personas que fueron despedidas se debe impulsar de inmediato o en su defecto (legislar) un seguro de desempleo para paliar esta grave situación y capacitar a quienes lo requieran para poderse emplear en otros oficios o profesiones”.

El olvido al que han sido relegados millones de asalariados ha tenido un alto costo social y se ha convertido en un obstáculo para la recuperación económica. Es difícil entender las razones que llevaron al gobierno a este descuido. Quizás esperaban que las empresas pagarían el total de los salarios correspondientes o que los despidos podrían solucionarse rápidamente. Sin embargo, era muy probable que no lo hicieran, como en efecto sucedió, debido al comportamiento de muchas empresas en las últimas décadas que ha consistido en la violación de las leyes laborales, y a la falta de sindicatos representativos, especialmente en la industria de la maquila.

La ausencia de una política de protección a los trabajadores durante la pandemia parece obedecer más bien a un proyecto económico basado en recortes presupuestales y en un gasto público austero que no admite medidas de emergencia. Los testimonios