martes, 31 de enero de 2023

Miscelánea

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FJCD

El concepto de percepción fue un invento para ocultar la luminosidad cerebral, para ocultar la ausencia apocalíptica de neuronas que cedía su sitio craneano para convertirse en una oquedad pletórica de pájaros. El uso del concepto “percepción” viene de larga data, ya el proto antropólogo Ludovico Darwin (Macondislandia de todas las vírgenes 740l-7500 aC), este ilustre homo antecessor que, en tablillas multiformes, plasmó el debate y la construcción del concepto “percepción”, herramienta necesaria para explicitar por qué los varones neandertales expresaban disonancias entre la belleza de las hembras homo sapiens y las neandertales. Los primeros argumentaban que la belleza homo sapiens no era tal como se pretendía argumentar. Que la belleza era una cuestión metafísica, aullaban en plazas y mercados los neandertales lo que provocaba el enfado de los ofendidos. En una traducción que nos legó Darwin se puede percibir que “El homo sapiens sentíase en paz consigo mismos y poco interés le otorgaban a la percepción que del concepto de belleza les adjudicaran a sus hembras. Si los neandertales tienen su percepción, nosotros tenemos la nuestra, pero ya nos veremos en la pasarela del certamen Miss Evolution, donde cada cual se ubicará en su sitial. Los neandertales no han llegado a dominar el fuego y eso para nosotros es una ventaja competitiva, pero no el fuego del rayo o la brasa: desconocen el fuego que arde en las sábanas de las hembras sapiens. Que, de acuerdo con la “percepción” bien se puede definir como una lumbre fría. Entre las damas sapiens se encuentran las mejores homínidas que nos podemos meter a los ojos.”

Pero la disputa (la “percepción”) no se circunscribe solo a cómo se conceptualiza la belleza, también empapó otros ámbitos de la cotidianidad de los primeros homínidos. El sentido de “percepción”, después de probar su inimitable contundencia como evanescente salida de emergencia, se usó lo mismo para justificar las fracturas de tobillo al descender abruptamente de los árboles, que para bajar temperatura a la insana costumbre de intercambiar genes. Esto lo conocemos gracias a la iniciativa de Clodomiro Reichmann (Macondistán Mártir 9000-8975 aC) quien dedicó diez meses de su fructífera existencia a la observación conductual de los arborícolas y se adentró en el subconsciente colectivo para desentrañar cuál sería su “percepción” sobre el papel de la mano en el proceso de hominización. En el capítulo XXXI de su tablilla ¿Con qué rapidez se esfuma el aura? estipula que “Los cuadrúpedos no aprendían cosa alguna, además cómo los bípedos alfa iban a tomarles en serio (a la chusma, a los involucionados), solo bastaba verles su aspecto de disminuidos, de contrahechos, de intentos o errores evolutivos. Éstos aprendices de rufianes tenían la percepción de que merecían no habitar una zona de desastre y los alfa regresaban al uso del concepto “percepción” y los semovientes disfrutaban el continuar siendo un pueblo feo y pequeño. Las especies inferiores solo fastidian, dejaban caer desde lo alto; ninguna sociedad primitiva se distrae con vaguedades sobre cómo los de abajo son perceptivos de la realidad y sostener que la administración del pre estado es deficitaria.” (pp. 154)

Como mecanismo de defensa y, para hacer solo el bien, para derramar virtudes y buenaventura sobre los infelices primates mentalmente infértiles; la percepción es que no serían para enriquecerse y corromper las carnes, como proyecto devocional, tampoco para el enriquecimiento genésico. Para concretar esos deseos, los ancestros crearon a los partidos políticos, organización donde se homogeneizan los puntos de vistas, se estandarizan las ambiciones y anidan todas las sicologías. Algo insólito para aquellos tiempos. Conocemos la génesis partidista gracias a don Apuleyo McChesney (Macondisland 8712-7996), neandertal de cultura extreme y con un cerebro privilegiado que en sus noches de introspección era común conectarse con el más allá (y a mediodía con el más acá), cuya percepción devuelve la fertilidad al pensamiento abstracto, lo que se corrobora en su obra póstuma La democracia como costumbrismo lúdico (Pleistoceno Editores, 8010) al sostener que “La percepción democrática es una tarea titánica, reseñar su historial conformaría una enciclopedia. Los partidos con sus administradores (‘padroteo’ le llama el homo habilis) nos construyen la percepción de que todo marcha como ellos lo dictan, sostienen que el universo es una percepción que se encuentra dentro de una tabla Ouija y que los gobernadores, diputados, senadores, alcaldes y regidores, etc. son el fin del subdesarrollo, la tumba colectiva del saqueo, la caja de resonancia de las urgencias sociales y la solución para el tedio de los días y noches circulares. Las franquicias significan la continuidad de los privilegios sociales. Aunque este suene a pura y vil percepción.”

La última y nos vamos. Lo maravilloso de la vida es que, a estas alturas de evolución, todavía encontremos entre los mortales a burócratas que piensan que se gobierna con sueños. Esto lo debe de conocer como primicia la ONU, el Vaticano, Play Boy, la OTAN, las Kardashian, la OCDE, el FMI, el BM, Va por México, la UE, el Pentágono, Shakira, la CIA, V. Putin, MSF, Las Corcholatas, la NASA, la FIFA, los Nonatos, Zelensky, el alma de Pelé, Rátzinger (quien por su santidad aún escucha), la Selección Nacional de futbol de Burkina Faso, Mao Tse, el payaso Biberoncito, el tío Stalin, los Corleone, el Tren Maya, el hielo de Groelandia, el sexto continente, Lucifer, la abuela de Caperuza Roja, los gozosos Siete Enanos, etc. Eh aquí la noticia que salvará al mundo de la hecatombe, resultado del reciente cónclave para atrapar a la escurridiza seguridad. La novedosa e infalible medida consiste en: apostar a treinta agentes de la policía de vialidad en cualquier camino y todo aquel que traiga los cristales de su auto polarizados será detenido, orillado y, amablemente, será invitado a descender y sin mostrar reglamento impreso, ley, disposición, etc. ágiles agentes de élite, con navaja comenzarán a retirar el papel que oscurece su auto, pero solo de la parte delantera, la trasera queda en penumbra. ¡A nadie se le hubiera ocurrido semejante medida! ¡Interpol, acéptalo, frente a esto ustedes son unos amateurs!, ¡Reconózcanlo! Medida exclusiva para los de abajo, pues los vehículos policiacos y muchos de funcionarios traen oscurecidos sus cristales. Se entiende, ellos son los salvadores de la patria. Mientras en las calles, bulevares, cruceros, avenidas impera la ley de la selva. El lado amable de tan imaginativa disposición es que generará economías, pues antes de que se devalúe el gobierno, se reemplazará el papel oscuro y quien lo haga

tendrá un ingreso con el que sortear el proceso inflacionario o mejor, completar el pago de la tenencia de su auto. No es arbitrariedad, todo está fríamente calculado.

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