Miscelánea
FJCD
2 de marzo de 2023
La historia económica que exhibe el proceso de construcción del Macondistán embrionario, que trajo consigo la modernización sustentada en la estrategia de industrialización de la política, se explica por el subconsciente de quienes han tenido la desgracia de administrar el caserío. La partidocracia que ha construido las instituciones que nos han obsequiado todo el acervo cultural, económico y político de Macondistán, siempre apegados a la jurisprudencia, sentido común, experiencia y visión de futuro, han cristalizado un pueblo digno de copiarlo hasta el fin de los tiempos. No necesitaron prometernos el cielo, nos lo entregaron aun sin solicitarlo.
Gracias a la sagacidad científica del visionario Desiderio Malthus (Macondislandia, 42 mil años aC), primer secretario del Sindicato de Fayuqueros Anexas y Conexos de la República Bananera de Macondislandia y cazador de estrategias de bienestar, es que, gracias a su recolección de lo cotidiano y valerosas crónicas que le llevó a escribir su Historia de la prehistoria: cómo vivir entre ruinas de la posmodernidad, obra en 12 tomos (Amor entre Bonobos Editores, 40 mil años aC) tenemos una foto de cuerpo completo del ombligo del universo como lo fue Macondislandia. En el capítulo de políticas de industrialización, Malthus asentó que, “A las factorías que mostrasen interés en invertir en Macondisland, de acuerdo al monto de la derrama y sector de su interés, será bienvenida la inversión al cabo los semovientes que habitan estas latitudes que se opongan son fácilmente sustituibles. El gobierno obligará a las empresas a rifar playeras con una foto del cráter que dejarán las explotaciones de oro y plata. Pudiendo incluir camisetas con autógrafos del Grupo Caníbal con CD conteniendo todos sus éxitos (sin faltar su hit que les dio el Grammy: Esas piernas ¿a qué horas abren?). Los empresarios mineros serán los héroes de esta película que durará hasta que toda bestia salga despavorida huyendo del progreso. Para terminar de invertir la pirámide poblacional ha venido un embajador ante el que nos despojamos los taparrabos de satín y manta cruda. Porque nuestro cerebro no se ha desarrollado lo suficiente por falta de lecturas.”
En el tomo 8, segundo capítulo (La democracia teocrática), se puede leer “Nadie duda que la inmensidad democrática de Macondisland es ejemplo de la rectitud de todo neandertal inserto en las catacumbas que aligeran las trampas, que ocultan los ases bajo la axila para que sus cuerpecitos no padezcan un hermoso destierro del presupuesto público que sería el más insoportable castigo; nada más aterrador que el exilio de la nómina, ninguna pesadilla peor que no ser llamado a pertenecer al enloquecido esquema de impartición de justicia divina. No importa que las asignaciones de sillones y magistraturas hayan brotado de las aguas negras del sistema o de los humus gubernamentales. La alquimia electorera está garantizada pues fue pactada en hotel de jabón rosita pequeño y lo prioritario es que dejemos trabajar a los magos y sus trucos en paz.”
Ya en el tomo I, (Capítulo 48, Los ídolos del subsuelo), Malthus recupera para la posteridad “Los vejetes, de acuerdo a la administración de Macondislandia, serán
confinados en reservaciones donde serán sometidos a un proceso científico de reeducación para secar en su mente ideas subversivas. Se autoexiliarán en sus artificios mentales donde intenten –vanamente- recuperar la objetividad de la inutilidad de su improductiva existencia. En confinamiento recuperarán la crueldad de la monogamia, la imposibilidad del moralismo. Seres todos que fueron atados en ceremonias multitudinarias invocando vocablos inexistentes como “amor”, “lealtad”, “solidaridad” y olvidando la placidez de la traición. Los asilos (modernos basureros simiescos) para los derrotados de la vida tienen sus ventajas. En solitario se recuperan recuerdos sexuales inexistentes, se practica sexo seguro a los noventa años; se existe con el patrocinio de los recuerdos del pasado y se baila y disfruta con el incendio del árbol genealógico. Todo como una política del Estado de Bienestar, emanado de un vigoroso programa gubernamental: Adoptar un orangután es adoptar a un abuelo. Se parte de la idea de que las primeras mascotas fueron los abuelos bonobos. Nota final: en los asilos se permitirá poseer cromos y crónicas de amores imposibles y dominantes, siempre y cuando carezcan de autoridad moral.”
La última y nos vamos. Alegraos pueblo. Dos días más y habremos abandonado el subdesarrollo del subdesarrollo; dos días más y saltaremos del séptimo mundo y seremos instalados en lo que le sigue al primero. ¡Oh, Dios! ¿En qué te hemos ofendido? No queremos huir del atraso, somos felices en esta promiscuidad ideológica, en esta mística de la jodidez, en la orgía tránsfuga. Señores políticos, el primer mundo es para hedonistas parasitarios, lo nuestro es la comodidad de tener una destartalada cama y soñar que habitamos el inframundo de Haití. Déjenos ser felices.
No hay comentarios:
Publicar un comentario