Miscelánea
Francisco Javier Contreras
Díaz
La maravilla de estrenar año
político es que con él llega la creatividad, el ingenio se estresa y la
inteligencia llega al límite en lo que a propuestas se refiere. El marketing
político se encuentra confinado en los sótanos de la lucidez con el propósito único
de confeccionar la frase con más punch, la propuesta que desarme al
contrincante y relanzar a Macondistán después de esta leve crisis económica y
pandémica que ni cosquillas propuso. Para nuestra fortuna, las franquicias
–también apodadas partidos-, que actúan sobre estos florecientes territorios,
no requieren de un esfuerzo titánico para convencernos de su capacidad, puesto
que la patria suave no acusa graves trastornos estructurales, ya que es de
dominio público que se tienen unas finanzas robustas, con superávit de
escándalo y reservas que ni en el mejor alucine las concibe China o toda Europa
junta. Este panorama vuelve ociosa toda propuesta de mejoría y los políticos
pueden dejar de molestar con incendiarios deseos o frases que caerán en el
vacío; nada de reformas estructurales que Macondistán requiere o retornar a los
maravillosos tiempos del ‘pactismo’ entre empresas electorales (también
apodadas partidos), sindicatos patronales y estructuras gubernamentales, que al
final resulta ser lo mismo. Una economía que desborda bienestar, seguridad
integral, protección ambiental y felicidad insultante a la población no
requiere de recursos discursivos; la realidad habla por sí y para sí y lo hace
como si fuera parte del espectáculo de medio tiempo del Súper Tazón.
Tiene razón don Tiburcio
Gaddafi, miembro insigne del Partido de la Absolución Neonatal (PAN) al
sentenciar que “las promesas en tiempos de campaña no son más que el
desbordamiento del hastío por la inactividad neuronal, al enterarse cualquier
candidato que todos los ingentes
problemas de nuestro amado Macondistán se encuentran resueltos y esto,
necesariamente, bajo las actuales condiciones, es ya un agobio a la inversa.”
Las preguntas caerán en cascada y el estrés de los elegidos se incrementará cuando
visiten portentosas comunidades campesinas y corroboren que tienen un índice de
desarrollo paralelo al de Noruega, entonces ¿qué podrán prometer? Un dilema
existencial. ¿Qué les podrán ofrecer a estudiantes de barrios marginales si
todos se encuentran inmersos en la 8G, utilizan metabases de datos complejas y
ya en tercer grado de kínder exhiben un manejo conceptual, filosófico y
cuantitativo que pueden construir en Saturno una réplica exacta de su calle?
¿Qué les puede obsequiar la ocurrencia instantánea si las amas de casa tienen en
sus alacenas excedentes de quesos suizos y franceses, lácteos orgánicos de
Holanda, jamón ibérico, caviar beluga y negro y bolillos suficientes con qué hacer
unas ricas tortas, además una inmensa cava de vinos generosos para humedecerse
los labios? Quizá los asesores deban de virar la estrategia y prometer un
retorno a la precariedad como producto nostálgico dado el nivel de hartazgo que
la abundancia nos ha legado.
Las franquicias deben de
analizar una lúcida opinión de la insigne y distinguida Francisca (Paquita) Roosevelt
quien al verse capturada por los reporteros en inusual restaurant, soltó que
“nuestra franquicia política nos ha colmado de riquezas, calidad de vida
exuberante, seguridad, empleo de primer nivel. Nadie puede negarlo. Incluso
para derrotar al tedio que da el hedonismo en el que nos arrinconaron, todavía
trajeron a Mickey Mouse, y a La pequeña Lulú a dar magnos conciertos. Por menos
deberíamos añorarlos. Y disculpen que no me ponga de rodillas al invocarles,
pero hacerlo sería desintegrar mi felicidad y nostalgia.” Esa es otra perla de
la inutilidad de las alianzas pues cada franquicia ha logrado permanecer y
rehacerse gracias a esa infinita cascada de beneficios que jamás hubiésemos
encontrado en todos los libros de autoayuda.
Resumiendo, si cada
macondistiano tiene garantizada una existencia desbordada en bienestar,
ingresos insultantes, vivienda hiper digna que hacen ver a Beverly Hills como
un barrio para jodidos; disposición de agua de extrema calidad por treinta mil
litros diarios per cápita y complejos culturales en cada colonia con un espacio
para el erotismo (a propuesta del colectivo multicultural Los Tigres de Eros),
que es lo más atrofiado que nos ha dejado el desarrollo, más allá del primer
mundo en versión plus. Por lo que, podemos concluir que, los hacedores de lemas
y frases para campañas no la tienen fácil y estarán expuestos a que los
expulsen del paraíso.
La última y nos vamos. Un
reconocimiento a quienes desde el sector salud se la rifan en serio para proteger
la vida de todos. Alguien le debe recordar a un suspirante que dentro de
Movimiento Ciudadano, efectivamente, no hay personajes racistas ni clasistas.
Pura VIP que fetichiza a su esposa mientras come costillas y piensa que los
jodidos todavía llegamos a fin de mes con cincuenta mil pesos. Tan insigne
senador de MC no se ha dado cuenta que nuestro ingreso promedio es de
doscientos mil euros y todavía nos sobra para construir un campo de golf
propio.
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