lunes, 27 de julio de 2015

Folklor en Zacatecas

Miscelánea.
Francisco Javier Contreras Díaz.

No sólo es importante por usos y costumbres sino porque el folclor es la huella dactilar de los pueblos, es el ADN de la sensibilidad de la tradición que ha invadido todos los poros de la sociedad. Es el elemento que define el abandono de la pubertad popular, es la señal de madurez que te da el valor para pretextar e ir solo a las callejoneadas para festinar que hay un festival al culto por los bailables y danzas tribales que ratifican las teorías de Darwin y Freud y eso traspasa todas las etnias.
Pero el folclor no es sólo alegoría, vestuarios sui géneris rebosantes más de femineidad que demasculinidad, es orear la ‘condición humana’ (frase tan de moda), es la nulificación del imperialismo porque se demuestra que la India María no ha muerto. Folclor es nunca tener qué pedir perdón.
Pero también el folclor abandona lo frívolo para tornarse perversamente solemne. Somos un pueblo que puede presumir de tener más diversidad universal de lenguaje folclórico, para quién lo dudelocalice ejemplos del pintoresquismo que con la fuerza de la reiteración se vuelve folclor.
¿Existe algo más folclórico que un mandatario que se mueve en la hazaña de la lectura inconclusade tres textos, de los cuales no es capaz de recordar su título, y aun así se siente con calificación moral y académica para evaluar y reprobar a mentores cuyo linchamiento moral los ha ubicado como mexicanos de tercera? Basta observar cómo hace el amor con la geografía o la sintaxis para cerciorarnos de que no ha perdido su virginidad cognoscitiva,  menos sus metáforas. Sí esto no es una pandemia del conocimiento, ¡oh folclor!, ¿entonces qué es?
Si hoy se exige que seamos evaluados  hasta ser hipócritas genuinos, unos libertinos auténticos o unos corruptos respetables. Si hoy se requiere certificación para ejercer de parásito digno, de trastornado de origen o de farsante omnipresente, en justicia también la masa debe de clamar porevaluar a los diáfanos que nos gobiernan, a los pulcros que hacen leyes o los transparentes administradores de los recursos públicos o los probos líderes partidistasHemos llegado a la madurez que desdeña todo oportunismo y una evaluación a todos daría certeza a nuestra existencia como nación que le cierra la puerta a la autodestrucción y así, estableceríamos un amasiato con la decencia, que es lo que la patria requiere para adentrarse en el túnel integral del atraso.
Pieza invaluable del folclor es el lenguaje gestual de los gobernantes cuando magnifican su adición por las obras deleitosas por la salpicadura dineraria y las destrucciones masivas, igualmente dadivosas, mismas que califican y venden como el aura del pueblo, como la interpretación de los sueños más recónditos de la plebeLas obras fastuosas e inútiles no son otra cosa que la resignaciónque fortalece el proceso de acumulación a falta de capacidad para hacer políticas públicas míticas.El folclor de la construcción insulsa es la pretensión por acceder al deleitoso primer mundo atraídos por el campo magnético del triunfo de las finanzas de los monopolizadores de los espacios de poder.
Si folclor no es disfrutar de una ciudad globalizada por los hundimientos y la balcanización de sus calles, entonces el carisma de alcaldes y del gobernador permanece atrapado en el guardarropa. Si no podemos presumir el deterioro vigoroso de esta ciudad, ocultado con festivales para que antropólogos descubran que el derroche de dineros ajenos alienta el turismo tribal, que es lo importante, no disminuir la pobreza o la marginación. Ya vendrá algún funcionario mayor a sacralizar el derroche y la audacia de narcotizar a los optimistas que todavía creen que la situación se encuentre empeorando. Eso es para pusilánimes, lo de hoy es el festival de los charros reprobados (menos uno) venidos en mariachis, de los atuendos que saturan al buen gusto trasvestido de idiosincrasia.
Si alguien desea ocultar estadísticas y percepciones adversas, por torpezas o metidas de talón fotogénicas, ármese de actitud y asista al festival del folclor que todo lo tapará bajo su cobijo de humor, algarabía y apasionamiento por lo cultural (ver un bailable de Ucrania me vuelve cosmopolita instantáneo) mientras se prepara para bajar al cielo en paracaídas.

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