martes, 15 de abril de 2014

El futuro del campo en México y el dogma neoliberal

El futuro del campo en México y el dogma neoliberal
Víctor M. Toledo
 
Martes 15 de abril de 2014
La Jornada
 
La siguiente reforma anunciada es la del campo y hay que prepararse para dar la batalla en el mundo de las ideas y en el de la política. No bastaron las modificaciones a la ley agraria de 1992, y los impactos provocados por esa y por el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN). No es difícil adivinar cuáles serán los objetivos y los métodos de este nuevo ajuste de cuentas con el mundo rural. Dos décadas después, buscarán desmontar por medio de nuevas leyes todo aquello que les estorba o les impide depredar con plenitud recursos naturales y trabajo humano. Y lo que más les estorba son los territorios campesinos que la historia ha dejado, a pesar de tres décadas de neoliberalismo, cuyas raíces se remontan a la revolución agraria de principios del siglo XX y al pasado de la civilización mesoamericana. Esta vez, sin embargo, hay una novedad: ya no se trata sólo de expulsar campesinos y de modificar a como dé lugar los territorios mediante el mercado y la tecnología, sino de articular esas acciones con las explotaciones del subsuelo (minerales, petróleo, gas y otros) que habrán de realizar las corporaciones multinacionales, extranjeras y nacionales, al amparo de las reformas energética y minera. Y en este intento hay un factor que se ha vuelto estratégico y que dará lugar a cruentas batallas: el agua.
Las acciones en el campo, pasadas y futuras, impulsadas desde el neoliberalismo proceden de una ideología, que para el caso del campo están asentadas en los agronegocios y tecnológicamente en el modelo agroindustrial, que impulsa el uso de maquinaria, agroquímicos (pesticidas y fertilizantes), nuevas variedades genéticas, cultivos transgénicos sobre medianas y grandes propiedades, y encadenados a los monopolios comerciales. Para una mente neoliberal lo anterior permite competitividad, productividad y progreso, tres palabras mágicas que cada vez más convencen menos. Como si fuera un programa insertado en sus cabezas, los técnicos, productores y funcionarios neoliberales creen en todo ello ciegamente como un feligrés mantiene la fe en su dios. En automático, sus mentes identifican progreso y modernidad con la industrialización del campo, y atraso y estancamiento con el mundo campesino. Sus cerebros, o más bien sus creencias y dogmas, no aceptan que pueden existir otras opciones, otras formas de modernización. En vez de adaptar o ajustar su modelo a la realidad, se pasan la vida adaptando la realidad a su modelo. Si, como se ha dicho, esta vez sí habrá consulta, debate y discusiones, el punto del dogma neoliberal deberá estar presente en todo momento, porque representa un nudo gordiano que vale la pena hacer visible.

http://www.jornada.unam.mx/2014/04/15/opinion/018a1pol

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