lunes, 3 de agosto de 2015

En este reino de lo irrefutable

Miscelánea.
 3 de Agosto 2015
Francisco Javier Contreras Díaz.
Jamás podremos decir que Macondo es el lugar de las ocurrencias o del clásico sitio donde nunca pasa nada. En este reino de lo irrefutable, el paisaje cotidiano son las festividades a la menor provocación, no como un intento por opacar el desarrollo y la grave modernización que padecemos, sino para resaltar el símbolo de la prosperidad a la que nos han llevado –sin solicitarlo- las últimas cuatro administraciones sexenales cuya característica es que concentran en una sola toda una belleza transexenal.
Prueba del nivel de desarrollo alcanzado, que de tanto pareciera surrealista, se dio cuando la tragedia no logró desbordar la infraestructura y fue admirable el turismo sanitario que se estableció y se actuó para la postal. Como admirable fue la respuesta desinteresada e ilimitada solidaridad de la empresa minera dueña de la riqueza antepasada y presente de esa localidad. Los concesionarios del subsuelo, de origen humilde todos, al conocer de la desgracia no dudaron en poner a disposición la flota de aeronaves que rutinariamente llevan oro y plata a Canadá, para el traslado de heridos a hospitales de Houston y Quebec para su atención con cargo a la empresa. ¿Más solidaridad y prontitud? Imposible. Aunque no se requería de tanto voluntarismo: en Mazapil existe la infraestructura y la capacidad sobrada para enfrentar un evento similar a la erupción del volcán Kilauea.
También es digna de reconocimiento y aplauso efusivo la prestancia demostrada por nuestras autoridades para estar al pendiente de los heridos y sus familiares sin escatimar esfuerzo o recurso alguno. Eso para que algunas cursis damas voluntarias y samaritanas, que nunca faltan, busquen eco en primeras planas o la fama perdurable de los noticieros por algún tipo de apoyo desinteresado. Eso nunca lo permitirán nuestros administradores. ¿Acaso existe algo más curativo que la bandera grandota a media asta?
Nuestras autoridades todas, se dan tiempo para presumir que su versatilidad y capacidad de trabajo les permite lo mismo recibir a Su Majestad que coronar a la reina de los mineros en huelga desde hace ocho años en Sombrerete. Una huelga en la mina San Martín que se ha vuelto invisible después de ocho años, nos recuerda que la Emperatriz de izquierda y los melancólicos de Agustín de Iturbide no se rozan con los nacos. Una huelga es seria cuando en las guardias se decoran con desfiles de modas de reinas y princesas, bronceados chambelanes que tengan el poder de monopolizar la portada de Cosmopolitan o TV novelas.
Macondo es el ejemplo de que no hay lugar más serio sobre el globo terráqueo. Lo demuestra el cúmulo de tesis académicas sobre la clarividencia de la aristocracia que nos provee crecimiento y  desarrollo y que con el poder de su mente han logrado detener hasta los desastres naturales. Se investiga cómo una sequía la convierten en aguaceros, cómo el desplome de la producción rural se vuelve sobreoferta divina o el incremento de los precios lo mutan en gula colectiva. Por eso, los agremiados al Sindicato Independiente de Trabajadores del Estado de Zacatecas (SITEZ), no deben de quejarse de que en el gobierno ni los oyen, ni los ven. Nuestros héroes gubernamentales están para derrotar a Supermán o descubrir la identidad secreta de Bruno Díaz, no para atender reclamos salariales o de condiciones laborales de sindicatos que ni a atractivos turísticos llegan. Esos líderes autóctonos requieren primero aprender a levitar para ser atendidos o exhibir títulos nobiliarios.
El proceso de deshumanización de Macondo lo están iniciando aquellos que apuestan a la desnutrición de la imagen de los próceres que nos dan patria (y nos amenazan con: “y todavía falta más”).  ¿Qué desean estos indóciles? ¿no valoran que Macondo es el primer territorio que regresó al patrón oro con todos sus beneficios? ¿no aquilatan que somos un estado con deuda cero y conservamos un equilibrio en las finanzas públicas y la recaudación impositiva y el gasto público están atrapados en urnas de cristal? Por respeto a toda expresión de vida, los integrantes del (agarren aire) Sindicato Único de Trabajadores del Instituto Zacatecano de Educación para Adultos (SUTIZEA) deben de entender que la riqueza social está en el analfabetismo, no en la reforestación cultural. Deben de asimilar que los adultos ignorantes no son crueldad, son la victoria del modelo que diseñó Victoriano Huerta y cuyos resultados en el PIB se reflejarán en los próximos cincuenta años. Mejor utilizar a los analfabetos en las faenas de la neo maquilanización para que acrecienten la barbarie salarial y, con sus perversos ingresos, adquieran un chalet a la orilla del Guadalquivir y vivan felices conservando químicamente pura su ignorancia.
Cuando Macondo se ha transformado en un teatro del absurdo, en la nación de la frivolidad, la solución a problemas con profundo sentido social se abordan desde la perspectiva del tugurio. La terca rebeldía se impondrá y esto que pretende llamarse  gobernanza o afecto entre disímiles, terminará en parodia, que ya es.



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