miércoles, 4 de mayo de 2016

Salaverna: Un Pueblo que se Niega a Desaparecer


Publicado el Lunes, mayo 2, 2016
De 90 Familias, tan Sólo 19 Permanecen
Por Manuel Medina Castro
Roberto de la Rosa explica a los visitantes que bajo el pueblo donde ellos viven, se encuentra una mina que se trabaja desde décadas atrás, por varios propietarios: primero de la empresa Peñoles, después Providencia Año Nuevo, luego de Tayahua y finalmente de Frisco-Tayahua, esta última propiedad de Carlos Slim
Roberto de la Rosa explica a los visitantes que bajo el pueblo donde ellos viven, se encuentra una mina que se trabaja desde décadas atrás, por varios propietarios: primero de la empresa Peñoles, después Providencia Año Nuevo, luego de Tayahua y finalmente de Frisco-Tayahua, esta última propiedad de Carlos Slim
“Bienvenidos a lo que queda de nuestro pueblo”, comenta Roberto de la Rosa, a la llegada de estudiantes universitarios y medios de comunicación, quienes en caravana viajaron de la ciudad de Zacatecas a la comunidad de Salaverna en el municipio de Mazapil.
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Roberto de la Rosa explica a los visitantes que bajo el pueblo donde ellos viven, se encuentra una mina que se trabaja desde décadas atrás, por varios propietarios: primero de la empresa Peñoles, después Providencia Año Nuevo, luego de Tayahua y finalmente de Frisco-Tayahua, esta última propiedad de Carlos Slim.
Durante muchos años, trabajaron sin problemas en la actividad minera subterránea, y no es hasta que los nuevos propietarios de la mina, en el 2010 generaron el conflicto, con la decisión de comprar los terrenos de la comunidad de Salaverna, para realizar una mina a cielo abierto.
La mina ocupaba que los pobladores salieran de sus hogares, ya que se encontraban en un yacimiento mineral, que podría ser de los más ricos del mundo. Explicó de la Rosa: “intentaron comprarnos los terrenos, primero pagaban en 500 pesos la hectárea, ante la negativa subieron a 1000 pesos y finalmente a 5000, pero muchos se resistieron”.
Por la negativa de venta, en el año 2011, la minera Frisco-Tayuhua, construyó un fraccionamiento denominado Nueva Salaverna, a 5 kilómetros del pueblo, casas de interés social que eran entregadas en comodato a cambio del hogar en Salaverna, para ser demolido.
Situación que también rechazaron algunas familias, pues al entregarlas en comodato, la misma mina seguía siendo el propietario legal del hogar al que pretendían reubicarlos.
Por años, poco a poco familias de la comunidad de Salaverna accedieron al cambio de hogar, al grado de que de 90 familias que habitaban este lugar, ahora tan sólo quedan 19, en un pueblo que parece casi desolado y en el olvido.
Durante muchos años, trabajaron sin problemas en la actividad minera subterránea, y no es hasta que los nuevos propietarios de la mina, en el 2010 generaron el conflicto, con la decisión de comprar los terrenos de la comunidad de Salaverna, para realizar una mina a cielo abierto
Durante muchos años, trabajaron sin problemas en la actividad minera subterránea, y no es hasta que los nuevos propietarios de la mina, en el 2010 generaron el conflicto, con la decisión de comprar los terrenos de la comunidad de Salaverna, para realizar una mina a cielo abierto
Al respecto, Cuauhtémoc de la Rosa, dijo “a mucha gente que no sabía leer ni escribir, los convencieron de irse, porque les decían que eran terrenos ya de la mina, y sí no se iban, les decían que les echarían el ejército o les quitarían el trabajo”.
Actualmente, a las 19 familias que habitan Salaverna, el día 5 de abril del presente año, mediante un boletín de prensa, Protección Civil anunciaba que tendrían que ser desalojadas pues el lugar era una zona peligrosa por la existencia de una falla geológica y hundimientos de terreno.
Falla geológica, originada por la actividad minera, comenta Miguel Sánchez Núñez, prueba de ello es que el día 6 de diciembre del 2012, aproximadamente a las 8 de la noche, se escucharon 3 explosiones de barrenos utilizados en la extracción de minerales, lo que ocasionó que se produjera un hundimiento de terreno.
Al día siguiente, denunciaron las explosiones ante el Ministerio Público de Mazapil como “atentados contra el pueblo”, pues generaba grietas en los hogares. Actualmente en los edificios de Salaverna se pueden ver las grietas, incluso muchos están a punto de colapsar.
“En una ocasión la encargada del Ministerio Público nos dice llorando, entiendo que tienen razón pero a mí me dice el procurador de justicia que a la empresa la trate cordialmente y a la gente de Salaverna les de largas” afirmó Rosario Zamarripa Hernández.
Explosiones que la minera desmiente, incluso el mismo director de Protección Civil, Felipe Muñoz Ruvalcaba, afirma no conocer que la mina este trabajando, aún y cuando en la comunidad de Salaverna, los habitantes, constantemente por las noches escuchan las explosiones y todo el día se ve la entrada y salida de trabajadores mineros.
Por la negativa de venta, en el año 2011, la minera Frisco-Tayuhua, construyó un fraccionamiento denominado Nueva Salaverna, a 5 kilómetros del pueblo, casas de interés social que eran entregadas en comodato a cambio del hogar en Salaverna, para ser demolido
Por la negativa de venta, en el año 2011, la minera Frisco-Tayuhua, construyó un fraccionamiento denominado Nueva Salaverna, a 5 kilómetros del pueblo, casas de interés social que eran entregadas en comodato a cambio del hogar en Salaverna, para ser demolido
En el pueblo, existían servicios de salud, una escuela de educación básica y un templo religioso, los cuales ahora lucen vacíos y a punto de caer, pues los servicios junto con el personal fueron cambiados a Nueva Salaverna, conjunto habitacional que inauguró el 10 de junio de 2012 el gobernador Miguel Alonso Reyes y Alejandro Aboumrad González, director general de la mina Frisco-Tayahua.
Emilia de la Torre, madre de familia y propietaria del único comercio del pueblo, una tienda de abarrotes, comenta que en Salaverna ya sólo quedan 7 niños, de primaria y secundaria, los que diariamente tienen que transportarse hasta Nuevo Salaverna para poder estudiar, pues la minera y el gobierno, nunca hicieron caso a la petición de que se siguieran dando clases en la comunidad.
Con el gobierno y la minera en contra, explica Emilia Torres, “no nos iremos de aquí, pues son nuestras casas, además allá abajo (en el Nuevo Salaverna) nos comentan que nunca tienen agua, que no hay espacio para los animales y que todo está muy chiquito”.
Celestino Guevara, esposo de Emilia, explica que como propietarios de la tienda es muy difícil abastecerse de mercancías, pues muchos de los proveedores ya no suben a Salaverna por exigencias de la mina.
Cuauhtémoc, Emilia, Celestino, Roberto, Rosario y Miguel coinciden en que una de las soluciones es que la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano (SEDATU) les den certeza jurídica de los terrenos que habitan, pues no cuentan con escrituras, solo con algunos títulos agrarios que tienen las personas de mayor edad.
Esta solicitud ya fue entregada ante la SEDATU, pero al encontrarse el pueblo en un terreno federal, la Secretaría ha dado largas a los pobladores, quienes comentan “tan sólo se trata de que vengan a medir y ya”.
En la misma situación se encuentra la mina Frisco-Tayahua, quién de momento, ha detenido sus pretensiones de realizar la mina a cielo abierto, pues no posee los títulos de propiedad, tan sólo cuenta con los derechos exploración y explotación minera, que adquirieron ante la Secretaría de Economía.
Casi al anochecer, los habitantes de Salaverna, afuera de la tienda de abarrotes despiden a la caravana que viajó desde la ciudad de Zacatecas, dando el último adiós, dice Don Roberto: “este es nuestro pueblo y permanecerá por muchos años más”.

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