martes, 11 de octubre de 2022

Fouché, retrato de un hombre político, de Stefan Zweig

 Fouché, retrato de un hombre político, de Stefan Zweig

2022-10-04

Por: MIGUEL ÁNGEL DE ÁVILA GONZÁLEZ

La Gualdra 545 / Libros

Esta novela versa sobre la vida del político francés Joseph Fouché, que desempeñó un papel importante en la Francia de finales del siglo XVIII y principios del XIX, es decir, el convulso periodo que media entre la revolución francesa, el imperio napoleónico y la vuelta a la monarquía por la que el estado francés pasó por esos años.

Cuando no era posible dar continuidad al oficio de la familia, la alternativa era la vida conventual y Fouché no escapó de esta práctica. Ingresó como clérigo en el seminario de los oratorianos, después de haber cursado sus estudios de primaria y secundaria en el colegio de la misma Orden.

En el seminario aprendió el arte de callar, la ciencia magistral de ocultarse a sí mismo, la habilidad para observar y conocer la condición humana. En esos años, llegó a adquirir la disciplina del autodominio férreo para no revelar nunca los sentimientos personales y ocultar la vida privada. No hace votos perpetuos, evidencia incuestionable de que no tenía vocación para la vida religiosa.

Se integró a un grupo de la masonería, los Rosatis, formado por personas que disfrutaban de las veladas culturales y el cual pertenecían también Roberpierre, Marat y Carnot. Al cumplir los treinta años dio la espalda al pasado y abandonó la vida religiosa para dedicarse a la política. Fue nombrado presidente de la asociación denominada “Amigos de la Constitución” y dos años después fue elegido diputado de la convención en el Departamento de Loira.

A partir de este momento, sin escrúpulos ni ideología comenzó a poner sus dotes de político al servicio de sus intereses personales y a través de continuos actos de traición logró desencadenar una serie de hechos que cambiaron el rumbo de la historia y afectaron la vida de miles de personas.

Un año más tarde, en 1793, después de haber comprometido su palabra para pedir clemencia para el Rey, esperó a ser el último en votar en la asamblea

de los estados generales para alinearse con la mayoría, aunque su voto significara la decapitación de Luis XVI.

Maestro de la traición y con la naturaleza escurridiza de reptil, supo siempre aprovechar las ocasiones que se le presentaron para demostrar sus habilidades de conspirador y eliminar a aquéllos que significaran un obstáculo par sus fines.

La ambición y la intriga son las únicas pasiones de este hombre político, carente de escrúpulos y moral, que navega a través de las convulsiones sociales y políticas de la Francia revolucionaria y del imperio sin mudar el gesto. Traidor nato, miserable intrigante, tránsfuga profesional.

Sólo así se explica que en una época de grandes cambios radicales, en la cual se guillotinó a muchos personajes famosos haya podido mantenerse a flote en el medio político durante 18 años. Para lograr esta hazaña recorrió todo el espectro político y cuando cumplió 42 años había sido juramentado cinco veces, bajo diferentes regímenes de ideología contrapuesta.

Luego dio un giro hacia la izquierda. Redactó la “Instrucción de Lyon” y se presentó como el primer comunista de la revolución. Se declaró ateo, mandó a la guillotina a cuantos consideró peligrosos, quemó iglesias, se mofó de los religiosos, fusiló a cañonazos a los sospechosos de conspirar contra la república y todas estas peripecias le hicieron sentir que el camino estaba ya allanado y que contaba con el suficiente talento y astucia para seguir sumando victorias.

Pero temía que Robespierre no aprobara sus actuaciones y lo ejecutara, sabía que para evitar que su cabeza rodara, tenía que adelantarse y deshacerse de él cuanto antes. Para ello se trasladó a París y comenzó el más fino trabajo de conspiración e intriga, después de haber logrado crear un ambiente de terror y paranoia entre los diputados, se unió a los moderados para provocar el golpe de estado de Termidor (1794) el cual resultó exitoso y con esto logró reunir los votos para ejecutar a Robespierre.

Duró un tiempo en el anonimato, pero al entrar en escena Napoleón, lo nombró ministro de policía, cargo que desempeñó con mucha efectividad. Este puesto lo puso en contacto directo con la nobleza, el clero y la clase adinerada y le dio oportunidad de descubrir el poder del dinero y la facilidad con que se abren las puertas.

Después de la derrota de Napoleón en Waterlooo, convencido de que la estrella napoleónica declinaba, facilitó la entrada de Luis XVIII a Francia para restaurar la monarquía, pero cometería el error de aceptar el cargo de ministro de la corona durante la Restauración, tenía antecedentes de regicida.. Fue desterrado y murió en Trieste, olvidado de todos.

Stefan Zweig, Fouché, retrato de un hombre político, Acantilado, décima edición, México, 2008

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