lunes, 22 de junio de 2015

Miscelánea 2

Miscelánea.
Francisco Javier Contreras Díaz.

…y el Maligno apareció y desvistió a antiguos guerreros de la transparencia y la rendición de cuentas. En encíclica negra a su Partido alertó de hechicería en las cuentas y balances y tan insignificante acto le valió ser arrojado a un río de lava sin regreso, lo volvió pecador sin salvación, hereje irredento. Las hordas se le lanzan con actitud de presbíteros y destrozan valientemente la incorruptibilidad de la que todos –mientras manifiestan su fidelidad- gozan. Lo encerraron a cal y canto y descargaron sobre sus huesos insepultos un bombardeo mediático en lugar de destrozar la conjura con argumentos y cifras y no con fábulas que sólo avivan el olfato.
Ha perdido la razón, coincide el coro de acólitos, ¿cómo que atacar con la banal duda a nuestro instantáneo emperador? ¿qué denunciar la existencia de lodos administrativos no equivale a provocar a los dioses para recibir castigos inenarrables? El paraíso de las finanzas públicas en Macondo y Gomorro es tan nítido e inmenso como la mismísima creación del Altísimo, es tan virginal que los hedores de la pillería nunca los tocarán y haremos caso omiso a los cantos de guerra y descrédito; nos pondremos en oración para desterrar la codicia del hermano ahora impuro.
Se comprueba la eficacia de los ejercicios espirituales cuando los cruzados del bien sostienen que “Dios nos ha concedido la gracia de habitar el presupuesto, nos adiestró no para hurtarlos sino para dedicarlos a su veneración y nos inculcó que los saldos presupuestales deben ser usados para combatir a herejes sedientos de sangre numismática y para que nuestras descendencias nunca se regocijen en el éxtasis de la pobreza franciscana. El Señor nos asignó una estremecedora pureza y nos dotó con el temple de un alma atravesada por llagas para otorgar nuestra piedad y perdón para los que sufren de la incomprensión y desesperación por vivir en los guetos presupuestales. Hoy, el impuro abandona el paraíso y ara en lo más yermo de la calumnia; hoy el hermano camina sobre la gusanera en llamas de la sangre podrida de la calumnia y las tribulaciones.
JHS nos da su fortaleza para resistir plagas arrojadas sobres nuestras níveas conciencias por curanderos y hechiceros de la democracia. El Salvador nos arropa para evitar privaciones espirituales y para regocijarnos en nuestra encomienda celestial que es el bien común y con ello anular las diabólicas privaciones de la carne. María nos ha iluminado para gastar sólo en obras de alta rentabilidad, porque a ella poco le interesa la construcción de hospitales, leproserías o escuelas para tullidos y contrahechos (¿para qué si los maestros tienen puros alumnos inexistentes o se dedican a funcionarios de gobierno?) y el 20 per cent nos permitirá adquirir de contado una beatificación. A nosotros nos defiende nuestra fe y nuestro camino lo señala las enseñanzas de nuestros antepasados en el Partido, porque hemos ascendido la vereda de la purificación en el mérito de transitar en la escala evolutiva desde indio idólatra, oidor, capellán y obispo de la administración pública, esperando el milagro de llegar a purpurado o que Su Señoría nos otorgue, sin consideración alguna, el título de virrey. Eso o la elegía.”
Para borrar las deslealtades y apostasías tuvimos que acudir a refrendar nuestra convicción de que el Estado laico es una barrera para el despliegue de la fuerza creadora de nuestra Santa Religión. Por eso dejamos al tránsfuga palidecer en el calabozo para que conozca de cerca los horrores de la exclusión presupuestal. Le tundimos como lo hacemos con el Belcebú de la pureza, le asestamos una penitencia semejante a la del impío que no se doblega ante la historia sagrada de los gobiernos emanados de los rituales cabalísticos de la revolución.
Para ridiculizar el berrinche de Belcebú y sus emisarios seráficos, peregrinamos hasta la mismísima Plaza de San Pedro en pos de la foto con Francisco (el Santo Padre mismo por su boca me ordenó: “háblame de tú”) y obtuvimos no sólo bendiciones oportunas y a granel sino también inversiones en obras pías y sacramentales, comenzando por asignaciones presupuestales y óbolos invertidas en Catedral y Plaza de Armas.
Es tanta la devoción de este pueblo por Francisco (él me dijo: hijo, ¿podré algún día naturalizarme macondiano?) que con su ayuda exorcizaremos las intrigas y blasfemias incorpóreas. La teología de la opacidad triunfará sobre las fuerzas malignas una vez que su Santidad nos ordene frailes de la orden del Sublime Gobierno, ese día esta administración ocupará su sitio en el santoral.




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