domingo, 7 de junio de 2015

Todas las desgracias del pasado

Miscelánea.
Francisco Javier Contreras Díaz.
7 de junio de 2015
 Época ésta en que amorosamente los partidos y candidatos nos invitan a compartir el sublime acceso a la gloria mediante el arribo masivo a las urnas. Todas las desgracias del pasado (la firma del pacto por México convertido en el trituradero del anacrónico e inexistente estado de bienestar y sus once virtuosas reformas estructurales) cambiadas por un futuro alternativo a partir de la seducción de la desinteresada renovación de las promesas que, de tanto repetirse, anulan las irritaciones en nuestra infinita conciencia cívica. Las reconciliaciones electorales entre partidos-candidatos y electores equivalen areeditar los besos y fajes de prostitutas y padrotes festejando sus bodas de oro.
Las realidades que estas elecciones traerán nos obliga a hacer un repaso sobre los miles de porqué voté este domingo. Las justificaciones son tan intensas que el sólo tratar de imaginarlas me arrojan al abismo de la felicidad corporal en horas pico.
Yo voté este domingo porque las instituciones (no aparatos burocráticos de control y derroche de cinismo) me inspiran una infinita confianza y me permiten incursionar en el primer mundo del voto; voté porqué con ello fortalecí mi gusto por vivir en el engaño. Desde que el profeta del INE puso en su sitio a los aborígenes y le pagó una lana a otra para que se entretuviera en contar dólares, mi percepción de que todo esto era mentira se derrumbó y apareció la certeza de que mi depresión desaparecerá gracias a la transparencia y fortaleza moral del INE y sus dependencias satélites en toda la geografía nacional.
Yo acudí gozoso a votar porque todos los candidatos sudaban frescura; porque sus discursos y promesas se volvieron –por primera vez en la historia-, más flexibles, más corporales. La frescura y novedoso del discurso impregnó a lamultitud que se vuelvió elástica al momento de deslizarse entre la oferta y demanda del sufragio. Las promesas de los candidatos son referentes de que gracias a ellos el país funciona y los millones de súbditos no requerimos de programas de autoayuda, despensas o efectivo; sus discursos son el bálsamo que nos regresa a la desilusión de, en teoría, contar con un solo voto.
Voté porque creo que en este país existen seres providenciales, que por el solo hecho de ser quienes son se convierten en multitud. Voté porque artistas ycantantes del firmamento estelar de Televisa me aconsejaron votar por el partidoverde que es el que monopoliza la pulcritud del business, el partido que tiene una capacidad para reírse a todísima madre de la inteligencia de millones de mexicas, comenzando por los burócratas del INE y anexas. No pensaba acudir a votar, pero sus twits me hicieron reconsiderar tan absurda actitud y también decidí usar mis glúteos y no mi IQ para tachar mi boleta.
Salí a votar porque soy un convencido de que la miseria humana no existe y que los prófugos de la democracia serán derrotados por los métodos de convencimiento del secretario de la defensa nacional, quien ejerce como el secretario real del INE. Porque resulta inenarrable que unos facinerososmantengan sequía de gasolina a Oaxaca y los carruseles de votantes y las entregas de despensas queden viudos. Voté porque las policías nacionales se convirtieron en capataces de la democracia forzada y del primer mundo equiparable a la de Ruanda, Mozambique, Haití o la España de Franco.  
Voté porque la fiesta cívica del fraude (con el auxilio de dinero en efectivo y fibra óptica), en la acepción más integral del término, estuvo aderezada por un encuentro de futbol que ni el mismo secretario de la defensa-INE pudo frenar. La derrota en el futbol es el mensaje, analizar el valor del voto es oficio de anticuarios; lo de hoy no es el análisis de la muchedumbre en las urnas, es el soberbio dominio y la omnipresencia de la calidad futbolística del brasileño David Luiz quien dejó sin estirpe a una mediocridad llanera equiparable a la gesta electoral.
La democracia a la mexicana es y seguirá siendo una imagen de sí misma; prostituta sin condones.

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